Recuerdo claramente cuando me llamaron de la coordinación del colegio. Me dijeron que querían hacer un video inspirador para los estudiantes de mi institución, y que yo fuera el protagonista. Me sorprendió, pero también me emocionó. Era una oportunidad para mostrar lo que hay detrás de cada medalla.
Me pidieron que contara mi preparación como nadador, así que nos fuimos a la piscina donde entreno. Me grabaron mientras calentaba, ajustaba mis gafas, y me lanzaba al agua. Cada brazada fue capturada con detalle, desde distintos ángulos, el agua parecía más azul ese día, como si también supiera que estábamos contando algo especial.
Luego, hicimos escenas donde hablaba frente a cámara, les conté cómo empezó mi pasión por la natación, lo que significa entrenar en Ambato, cómo combino el deporte con los estudios, y cómo la fe me sostiene en los momentos difíciles. No fue fácil abrirme así, pero lo hice con el corazón.
Ese video no fue solo una producción escolar, fue un reflejo de lo que soy, y de lo que quiero seguir siendo: alguien que inspira, que representa, que deja huella.